Empachados de ejercicio: cuando más no es mejor

Empachados de ejercicio: cuando más no es mejor

La industria del fitness y el entrenamiento vive hoy un momento de contradicciones. Mientras que la evidencia científica es contundente en afirmar que el ejercicio físico es una herramienta esencial para la salud, la prevención de enfermedades crónicas y la mejora de la calidad de vida, proliferan modelos de entrenamiento que confunden intensidad con eficacia y fatiga con progreso.

El paralelismo con la alimentación resulta útil para explicar esta problemática. Nadie consideraría saludable que un nutricionista recomendara comer hasta quedar empachado. Sabemos que una buena alimentación se basa en la calidad de los productos, la cantidad ajustada a la edad, al gasto energético y al momento del día, y en la adecuada distribución de las calorías en el tiempo. Comer en exceso, aunque se trate de alimentos saludables, no garantiza bienestar.

De la misma forma, en el ejercicio físico la salud no depende de entrenar hasta la extenuación. La evidencia muestra que lo que verdaderamente importa es la dosis adecuada de estímulo, ajustada a la condición de cada persona.

Un programa de entrenamiento de calidad debe garantizar:

• Individualización: adaptar la intensidad, el volumen y la frecuencia a la condición física, edad y estado de salud del individuo.

• Progresión: el cuerpo necesita estímulos progresivos, no agresiones puntuales que lo lleven al límite.

• Adherencia: un programa que genera agotamiento extremo difícilmente será sostenible a largo plazo.

• Beneficios globales: la actividad física debe mejorar la salud cardiovascular, la fuerza muscular, la movilidad y la calidad de vida, no generar lesiones o sobrecarga crónica.

El problema de muchos programas actuales es que se han convertido en un producto de consumo inmediato: ofrecen la ilusión de resultados rápidos, al precio de agotar a la persona. Este modelo de “más es mejor” tiene un alto coste: abandono prematuro del ejercicio, lesiones, frustración y la percepción de que entrenar es sinónimo de sufrimiento.

La ciencia, en cambio, nos recuerda que el ejercicio, bien dosificado, es un medicamento sin efectos secundarios negativos. Cuando se convierte en un exceso, pierde su valor terapéutico y se transforma en un factor de riesgo.

En tiempos donde la sobreexposición a modas y programas agresivos crece, es fundamental recuperar el mensaje central: no se trata de hacer más, sino de hacer mejor.

José Vidal

PDI UMH

CEO de Sector Fitness

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